martes, 14 de abril de 2009

Sothiel de Hacham o el monasterio olvidado

Tras tres meses en el éxodo bloggero, vuelvo a sentarme un rato frente al ordenador. Siento mucho, una vez más, mi intermitencia, pero es algo inseparable de la trepidante vida doctoral. Y aprovechando que hablo de ausencia, no puedo perder la ocasión de comparar mi repentina desaparición, quizá por hacerla parecer menos exagerada, con otra que se remonta ya al año 1576.

Vista general del monasterio de S. Salvador, Pinilla de Jadraque (Guadalajara)

Fue allá por ese año, 1576, cuando las monjas calatravas del monasterio de San Salvador por fin lograron su empeño, consiguiendo el permiso de Felipe II para abandonar su primitivo cenobio, aislado, pobre y frío, transladándose a Almonacid de Zorita y, finalmente, a Madrid (donde aún existe esta comunidad).

Arco de triunfo del monasterio de S. Salvador, Pinilla de Jadraque (Guadalajara)

Quedó así abandonado el antiguo monasterio de San Salvador, fundado por don Rodrigo Fernández de Atienza y su familia para esta comunidad, que en origen fue cisterciense, el 17 de junio de 1218. El lugar elegido para el asentamiento, nombrado en los antiguos documentos como "Sothiel de Hacham", se sitúa a escasos kilómetros de Pinilla de Jadraque (Guadalajara), famosa por su magnífico templo románico, y en un pequeño promontorio junto al río Cañamares, en medio de un agreste paisaje de encinas y roquedas. Parece ser que el monasterio contó con importantes heredades en los pueblos circundantes, algo que queda patente en el carta que Sancho IV le entrega en 1292 señalando sus amplios límites.

Sala capitular del monasterio de S. Salvador, Pinilla de Jadraque (Guadalajara)

Sin emabargo, hoy el lugar es desolador. Si bien las últimas reformas realizadas en este monasterio poco antes de su abandono (1551) pudieron paliar un poco el avance de la ruina, la posterior dejadez y su conversión en vivienda particular, más tarde igualmente abandonada, se encargaron de acelerarla. De la antigua iglesia, bastardeada y maltratada, apenas podemos apreciar la silueta de su cabecera, con arco triunfal apuntado sobre capiteles vegetales y erosionados canecillos al exterior. El resto del templo es casi indescifrable debido a los desmoronamientos y a que su interior se halla dividido en dos pisos. Las dependencias monásticas son un amasijo de vigas, piedras y maleza, entre las que a duras penas se vislumbra un acceso con arcos geminados a lo que probablemente fue la sala capitular, a la par que vanos, arcos adovelados, y buen número de inscripciones y emblemas calatravos, bernardinos, carolinos...

"Carolus Dei Gracia Rex Castelle Legionis e Aragonis et Abal sicilia et C +
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